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¿Colaboración entre cristianos y marxistas?

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Autor:Miguel Manzanera, SJ

La escena más publicitada del Papa Francisco en su reciente viaje a Bolivia del 9 al 11 de julio de 2015 ha sido la entrega que recibió de manos del Presidente Evo Morales de una talla en madera de Cristo crucificado clavado sobre un martillo encima de una hoz, símbolo del comunismo marxista. Se trata de una copia del original realizado por el P. Luis Espinal, jesuita español, que vivió gran parte de su vida en Bolivia, trabajando como comunicador social, experto en cinematografía y valiente profeta en la denuncia de injusticias. Fue secuestrado, llevado en un jeep a un matadero y allí  cruelmente torturados durante por cuatro horas y finalmente asesinado con 14 balazos en la noche del 22 de marzo de 1980.

Al recibir la talla el Papa quedó confuso sin saber cómo reaccionar ya que no sabía que le iban a dar ese regalo. Luego le entregaron también la condecoración del Cóndor de los Andes y otra titulada “Luis Espinal” con un grabado de la talla arriba mencionada. Ya en Santa Cruz, al término de su estadía en Bolivia, al celebrar la misa en la Capilla del Cardenal, Julio Terrazas, el Papa anunció su entrega de ambas condecoraciones a la Virgen de Copacabana, declarada Reina de Bolivia en 1925, con esas palabras:

“Recibe como obsequio del corazón de Bolivia y de mi afecto filial los símbolos del cariño y de la cercanía que –en nombre del Pueblo boliviano – me ha entregado con afecto cordial y generoso el Señor Presidente Evo Morales Ayma, en ocasión de este Viaje Apostólico, que he confiado a tu solicita intercesión. Te ruego que estos reconocimientos, que dejo aquí en Bolivia a tus pies, y que recuerdan la nobleza del vuelo del Cóndor en los cielos de los Andes y el conmemorado sacrificio del Padre Luis Espinal, S.I. sean emblemas del amor perenne y de la perseverante gratitud del Pueblo boliviano a tu solícita y fuerte ternura. En este momento pongo en tu corazón mis oraciones por todas las peticiones de tus hijos, que he recibido en estos días, tantas. Madre, te suplico que les escuches; Concede a ellos tu aliento y tu protección, y manifiesta a toda Bolivia tu ternura de mujer y Madre de Dios, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén”.

Ya en un anterior artículo hicimos un comentario de este tallado con el Cristo crucificado. Queremos ahora profundizar en el significado del  mismo. El P. Luis Espinal dedicaba parte de su tiempo a tallar en madera diversas figuras. Creemos que este tallado expresa el sueño utopista de Espinal de impulsar la colaboración entre el marxismo y el cristianismo para abolir las desigualdades sociales reinantes en Bolivia y promover la justicia social. En su libro “Oraciones a quemarropa” se encuentra un escrito titulado: “Comunismo” donde expresa esa vivencia profunda que él sentía:

“Señor, nos da miedo este mundo que avanza hacia el comunismo. La mancha roja se extiende con el apoyo de muchos. Hoy, aquí, la religión de la materia es más fuerte que tu Religión, es más viva, más proselitista. Tal vez, sea mejor así, que el comunismo crezca y de un zarpazo saque de su letargo a tu Iglesia milenaria. Ante un peligro tan agudo, ¿qué significa esta iglesia de boato y de rutina? Tal vez, tus pobres hallan en el comunismo aquello que Tú predicaste: el hambre y la sed de justicia (Mt 5,6). Tal vez, nosotros los hacemos ateos al mostrarles un Dios que de verdad no existe; tal vez, tienen razón al hablar de “opio del pueblo” porque hemos desencarnado nuestra fe… Tal vez, hará falta atravesar el Mar Rojo para entrar en la Tierra Prometida. Tal vez, Tú, Señor, estás con ellos”.

Con ello Espinal muestra su propuesta de solución de la situación de injusticia en la que vivía Bolivia vendría a través de la revolución comunista a la que invitaba a unirse a los cristianos. Él mismo fundó y dirigió el Semanario Aquí, donde colaboraban varios comunistas. Recordemos que en Chile en 1971 un grupo de 80 sacerdotes promovió el movimiento “Cristianos por el socialismo” que se extendió a otros países latinoamericanos.

El mismo Gustavo Gutiérrez, considerado el padre de la teología de la liberación, pronunció ese mismo año en Santiago de Chile una conferencia “Marxismo y cristianismo” en la que ponía las bases teológicas para una colaboración entre marxistas y cristianos a nivel de la praxis común política. Sin embargo hay que reconocer que la argumentación para unir a cristianos y marxistas no tenía un fundamento sólido y más bien se notaba una urgencia para apoyar el programa socialista que había llevado a Salvador Allende a ser elegido como Presidente de Chile en 1970.

Hay que indicar que en esa época la Iglesia todavía no se había pronunciado explícitamente sobre esa posible colaboración en América Latina. Fue el P. Pedro Arrupe, Superior General de los jesuitas, quien en 1981 publicó la “Carta sobre Cristianismo y análisis político”. Después de afirmar la distinción entre el materialismo histórico en el ámbito económico, y el materialismo dialéctico en el filosófico, indica que “aunque el análisis marxista no incluye directamente la adhesión a la filosofía marxista, sin embargo, implica de hecho un concepto de la historia humana que no concuerda con la visión cristiana del hombre y de la sociedad”. Por eso concluye: “la adopción no sólo de algunos elementos o de algunos enfoques metodológicos, sino del análisis marxista en su conjunto, no es aceptable para nosotros”.

Hoy, 35 años después del brutal asesinato de Espinal, admiramos su valiente actitud de dar la vida por el ideal de la justicia social. Pero, sin embargo, su propuesta de colaboración entre cristianos y marxistas, no deja de ser un utopismo que no ha prosperado. De hecho el comunismo no sólo ha llevado a la muerte a millones de personas, entre ellas muchos cristianos, sino que además ha mostrado ser económicamente ineficiente, tal como se ha mostrado en Europa con la caída primero del comunismo polaco y posteriormente del muro de Berlín.

La doctrina social de la Iglesia invita a todas las personas a participar en la vida política promoviendo sistemas que respeten los derechos humanos y la libertad legítima de todos los individuos y de los grupos sociales, promoviendo la justicia social y el bien común. Por eso la Iglesia en su enseñanza social promueve la opción preferencial por los pobres y excluye tanto el capitalismo ultraliberal como el socialismo comunista dictatorial.